No me hablen de distancia,
pues la distancia no existe,
si cuando cierro los ojos,
mis manos pueden sentirte.
Sienten siete puñaladas
que atraviesan mi añoranza,
como siete madrugadas
que alimentan mi esperanza.
No me hablen de recuerdos
cuando todo está presente,
y hasta el que estemos tan lejos,
llega a ser indiferente.
Mi memoria es de volcanes,
mis labios saben a espuma,
mis ojos son dos prisiones,
donde está presa tu luna
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Que no me cuenten historias,
que aquí no cabe la pena,
si en cuanto amanece el día
va Canarias por mis venas.
Y aunque me pierda en el mundo
o me encuentre al otro extremo,
seguiré siendo canario,
en lo malo y en lo bueno.
No me hablen de abandono,
tampoco me hablen de olvido,
si tú, como yo, sabemos
que nada de esto ha ocurrido.
Cuando estamos frente a frente
nos afloran las pasiones
y nadie puede impedirnos
que hablen nuestros corazones.
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